lunes, 15 de junio de 2009

SER PADRE Y EJERCER AUTORIDAD


En el tercer Domingo de este mes (Junio) celebramos el “Día del Padre” la figura central de la familia, y al referirnos a él pensamos en las variaciones que se han producido en torno a su lugar, rol y función en medio de los cambios que el nuevo siglo ha generado sobre las conformaciones familiares.
En su plenitud el padre era una figura definida, que representaba la autoridad familiar y tenía a su cargo la responsabilidad de establecer el lazo social de la familia.
El padre representa a la ley, pone límites. Y esto es condición necesaria en la maduración psíquica de todo sujeto (niño en principio, adulto después). Es lo que le va a permitir interiorizar un marco de referencias, de pautas de acción, de normas y reglas a respetar. Condición para desarrollar sus propios límites.
El hombre no es padre por naturaleza, sino que es la llegada de un hijo la que convierte a una persona en padre, y es este momento el que lo convierte en figura de autoridad, guía, protección y cuidado. Esto implica que la paternidad no es una condición natural, sino que se aprende, es un rol y una función a desarrollar en la práctica, y como tal la puede ejercer cualquier persona que tenga el deseo de ser padre (no solo un progenitor).
Y ser padre implica ejercer la autoridad (no el autoritarismo). Representar la ley, no serlo. Aunque esta diferencia no siempre se reconoce y por temor a caer en el absolutismo hoy se registra un vacío de autoridad.
Hay quienes, por temor, se sientan a discutir las normas con los hijos en una charla. Es correcto explicar el porqué de las reglas que se imponen, pero no hay que buscar que el otro las comprenda o apruebe para que entren en vigencia. El padre es la autoridad, y desde ese lugar ejerce su derecho a poner los límites, no en beneficio propio sino del niño. Éste no puede autolimitarse, y en la vida diaria vemos diferentes ejemplos de cómo los niños “piden” ese límite.
Para que las normas cobren vigencia, es necesario que la pareja esté de acuerdo, y no se desautoricen entre sí. En caso de no estar de acuerdo, lo importante es no contradecir al otro ni discutirlo frente de los hijos, sino en otro momento, para no debilitar la autoridad del otro. En ese caso, se da lugar a la duda, y la palabra pierde autoridad.
Ser padre también implica comprender que a los niños se les puede y se les debe decir NO. Ser padre es ser guía, orientar, acompañar, enseñar, alentar a los hijos a tomar decisiones, sabiendo que se pueden equivocar y que para eso, siempre el padre, va a estar presente.
Ojalá que en esta nueva década se pueda entender y estar seguros de que la autoridad del padre es necesaria, desde todas las perspectivas, como hijos, como esposa, como madre, como parte de la familia, entonces estaremos igualmente revalorando la familia y reconstruyendo la imagen paternal como un elemento primordial dentro de la sociedad. (Carlos R. Llirod Guzmán)

No hay comentarios:

Publicar un comentario